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viernes, 25 de mayo de 2007

Al Bat


Homenaje a Emiliana

“La música es el alma de las cosas”, frase célebre con que se le recordará siempre”.


Por Jesús Alberto Rubio
jarubio@guaymas.uson.mx

En el marco de actividades del vigésimo aniversario luctuoso del fallecimiento de la maestra Emiliana de Zubeldía, el Museo Regional de Historia y Radio Universidad transmitieron en vivo este viernes un programa denominado “Presencia en la ausencia. A 20 años de su partida”

El programa fue conducido por Elisa Macías Madrid, encargada de difusión del Museo Regional de Historia y tuvo como invitados a la musicóloga Leticia Varela, al pianista Rito Emilio Salazar y a Luis Rey Moreno Gil, también ex alumno de la maestra de Zubeldía.

Durante una hora, los invitados especiales hablaron sobre el legado de Emiliana de Zubeldía, acerca de su arte musical, su vida y ricas anécdotas como directora del Coro de la Universidad de Sonora.

“De Emiliana trasciende especialmente su legado musical y hoy tenemos el compromiso de editar y difundir sus composiciones basadas en la teoría de augusto Novaro, un sonido contemporáneo que esperan conocer y disfrutar las nuevas generaciones”, expresó Elisa Macías.

También dijo que por Radio Universidad siguen transmitiendo cápsulas sobre la vida, voz y entrevistas de la querida maestra fallecida, precisamente un 26 de mayo pero de 1987 en esta capital.

La transmisión se llevó a cabo desde el Lobby de la Biblioteca Central “Fernando Pesqueira” ubicada en el edificio del Museo y Biblioteca, justamente frente al teatro “Emiliana de Zubeldía” y el salón donde por casi 40 años impartió sus clases en la Academia de Música de la Unison.

Destacó la trayectoria de Leticia Varela, con doctorado en musicología, Hispanística y Etnología por la Universidad Alberto Magno de Colonia, Alemania, 1975-1982; de Rito Emilio Salazar, prestigiado maestro de piano y discípulo de Emiliana de Zubeldía, al igual que Luis Rey Moreno Gil y quienes tuvieron la rica experiencia de aprender de sus enseñanzas.

En el programa realizado de 9:00 a 10:00 horas también participó el director del Museo Regional de Historia, Ariel Silva Encinas.

Su semblanza:

Emiliana de Zubeldía nace un día seis de diciembre de 1888, en un lugar llamado Salinas de Oro, pequeña región de cuatro provincias denominado país vasco. A los dos años de su nacimiento, durante la primavera de 1890, su familia decide cambiar su residencia a la ciudad de Pamplona, cabecera municipal de la provincia de Navarra.

Tendría escasos cuatro años cuando inicia con el maestro José Eskurra sus primeras lecciones formales de piano, y es en 1894 que sorprende a su familia y amigos con su primer recital.

Después de estudiar algunos años con el maestro Eskurra, y una vez cumplidos los ocho años de edad, sus padres la inscriben en la Academia Municipal de Música de Pamplona para continuar sus estudios con el maestro Joaquín Maya, acreditando para ello la materia de solfeo, condición necesaria para su ingreso. Paso siguiente era el obtener el reconocimiento del Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid, sede máxima del quehacer musical de España.

En París tuvo la suerte de ingresar sin examen de admisión en la prestigiada Schola Cantorum, escuela fundada en 1869 por Vincent D´Indy, Charles Bordes y Alexander Guilmant. Con el maestro D´Indy toma clases de composición musical y con Blanche Selva las del piano.

En este mismo lugar entra en contacto con la melodía medieval gregoriana y trovadoresca. Al lado de estos maestros parisinos se reconoce el acercamiento y admiración que la maestra desarrolla por la música de Juan Sebastián Bach, Ludwing van Beethoven, Maurice Ravel, Claude Debussy, Isaac Albéniz, Enrique Granados, y de su maestro Vincent D´Indy.

Emiliana vuelve a Pamplona a finales de 1908 donde crea una academia de música que llevara su nombre. Durante más de diez años imparte clases de piano y dedica parte de su tiempo a la preparación de sus giras de presentación por diversos países europeos, como Francia, Bélgica, Suiza, Alemania, Italia, Austria, y al interior de España.

Es en este momento que compone piezas románticas para las damas de sociedad de la ciudad de Pamplona firmadas con el seudónimo de Emily Bydwealth. Emiliana contrae matrimonio con Joaquín Fuentes Pascal, doctor en química, en ceremonia religiosa oficiada por su hermano Néstor Zubeldía en la catedral de Pamplona el 9 de julio de 1919. Matrimonio que termina tres años después con su partida a París en 1922, donde cursa estudios superiores de composición.

Es aquí donde compone sus canciones españolas más reconocidas: Berceuse, Guajira, Coplas Gitanas, La Gitanilla, Jota y Zortziko. Recorre nuevamente casi toda Europa y en 1928 viene a América, donde se presenta primeramente en Brasil, después Uruguay, Argentina y la ciudad de Nueva Cork donde conoce al científico mexicano Augusto Novaro, inventor de instrumentos musicales, y de quien Emiliana aprende y desarrolla, a través de la composición, su teoría musical.

El 21 de julio de 1933, por primera vez, Emiliana de Zubeldía, pisa suelo mexicano, contratada por Empresarios de Mérida, Yucatán, hace su presentación en el teatro “Peón Contreras” y en un extenso publicado por Jaques de Borgues en el Diario del Sureste de Mérida, Yucatán en 1933 se hacían los siguientes comentarios relacionados con los detalles de la llegada de Emiliana de Zubeldía a México:

“Está aún fresca la impresión de la llegada en el muelle del Progreso, el remolcador atraca a la enorme marimba que se mece sobre las aguas y arenas progreseñas: Una joven, garbosa y alegre brinda sus dos manos cordiales a Rendón Muñoz, que se quiebra en impaciencias incontenibles, nervioso y agitado. En el hotel al siguiente día, la notable artista espera en un amable rincón de aspecto conventual, hay un encanto tan irresistible en la conversación amena de Emiliana de Zubeldía.

En Buenos Aires en el teatro de la ópera dirigió las famosas masas corales de la gran metrópoli de Plata, más tarde bajo su dirección la Orquesta Filarmónica de La Habana interpretó su poema sinfónico “Euzkadi” hecho sobre motivos de la patria lejana”.

Un mes después el 18 de agosto se presenta ante el exigente público de la Ciudad de México que tuvo como escenario el Teatro Hidalgo. Una vida intensa de aprendizajes y producciones realiza Emiliana de Zubeldía antes de llegar a Sonora a ocupar la dirección de la Academia de Música de la Universidad de Sonora en 1948.

Ante su dolor y pesar más profundo por la muerte de sus hermanos Eladia y Alejo compone la Sinfonía Elegíaca dedicada a su hermana, con la que obtuvo el Premio Nacional de Composición en 1956 por la Unión de Cronistas de Música y Teatro de la Ciudad de México. Otra de sus grandes composiciones fue la obra coral La Misa de la Asunción dedicada a su madre y a la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

En su haber se encuentran cuarenta y dos obras de piano; tres para instrumentos solistas; siete conjuntos de cámara; catorce obras orquestales; treinta y dos para voz y piano; diecinueve composiciones y treinta y nueve armonizaciones para coro.

Emiliana llega a Sonora en enero de 1948 invitada por el entonces rector Manuel Quiroz Martínez para formar grupos corales en la Universidad. Durante su primer año, se hospeda en aquel entones conocidísimo y prestigiado Hotel Laval, una vez contratada y decidida a quedarse en Sonora, vive en la habitación 114 del Hotel San Alberto, hasta su deceso el día 26 de mayo de 1987.

La Academia de Música convertido hoy en la Licenciatura en Arte opción Música de la Universidad de Sonora conserva, básicamente, la estructura original de enseñanza que impartió la Maestra. Las temporadas de conciertos clásicos y corales han continuado, ya que para ella “la música es el alma de las cosas”, frase célebre con que se le recordará siempre”.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente esfuerzo.... enrique

Anónimo dijo...

Al Bat

Sotelo: conceptuado entre
los más grandes del pitcheo

* Estuvo a un out de lanzar un tercer sin hit ni carrera en la última campaña de la Liga de la Costa lanzando con Los Mochis ante Hermosillo, pero una rola que se fue de imparable entre tercera y short de John Waters le impidió lograr la tercera joya de pitcheo. De todas formas, ganó 4-0.


Por Jesús Alberto Rubio
jarubio@guaymas.uson.mx

Miguel Sotelo está conceptuado como el más impactante lanzador de las primeras siete temporadas de la Liga Invernal de Sonora.

Con Hermosillo, su historial es riquísimo, logrando dos sin hit ni carrera, con una ocasión quedándose a un out de lograr otro y dos veces fue JMV, siendo bujía junto con Héctor Espino para que los Naranjeros obtuvieran tres banderines en la primera parte de la década de los 60´s.

Sus récords hablan por sí solos:

Más temporadas siendo líder en juegos completos y consecutivos (4); más cierres en un año (7, empatado con Emilio Ferrer, Panchillo Ramírez, José Peña, Jorge Rubio y Mercedes Esquer); más campañas siendo líder en ganados (3) empatado con José Peña.

Más juegos ganados en un año (18), en forma seguida (13) y en dos temporadas consecutivas (16). Más campañas seguidas siendo líder en innings lanzados (3); más en ponches y también años seguidos (3).

Para el Ing. Rodolfo “Zurdo” Larios, ex jugador de los Búhos de la Unison, Sotelo es junto con Vicente ”Huevo” Romo y José Peña uno de los más grandes lanzadores de nuestro béisbol de invierno y cita que su marca de 18 triunfos representa ahora algo muy difícil de superar por la diferencia del rol regular.

Sin embargo, el tiempo no perdona.

Ahora le tocó el turno rendir buenas cuentas al creador y ya está en el cielo rodeado de otras grandes estrellas del béisbol.

Así también sucedió en menos de un año con otros dos grandes lanzadores del Club Naranjeros: Eduardo Acosta, y más reciente, Francisco “Diez” Mayorena.

La noticia del fallecimiento de Sotelo el pasado 6 de julio en Chihuahua recorrió el mundo beisbolero por ser uno de los más grandes lanzadores del pitcheo mexicano.

“El Caballo” del pitcheo

Cuando Hermosillo fue bicampeón en las temporadas 1960-61 y 1961-62, Miguel Sotelo fue “el caballo” y toda una inspiración y liderazgo con su pitcheo.

Además, fue el primer Naranjero y de la Invernal de Sonora en lanzar un juego sin hit ni carrera (62-63), joya de pitcheo que antes en 1955, con Cananea, logró ante Phoenix en la Liga Arizona-México.

Estudió Odontología

Sotelo nació en Los Mochis el 22 de junio de 1933 pero que desde muy niño vivió en Nogales donde terminó primaria, secundaria y preparatoria.

Luego se fue a estudiar la carrera de Odontología en la Universidad de Guadalajara, pero faltándole dos semestres para terminarla, dejó los libros por el béisbol.

Antes de meterse de lleno a la pelota , Sotelo fue un excelente basquetbolista, habiendo participado en torneos estatales y nacionales defendiendo los colores de México.

De aquellos años, Rafael “Falo” Ibarra Muñoz, ex jugador en los 50´s de la Liga Sun Set, nos ilustra diciendo que en su juventud como pelotero, a Miguel Sotelo le llamaban “Chile” ya que era muy delgado y alto, “así como las varillas de cachanilla”. Más tarde también tendría los apodos de Mike y “Miguelón”.

Tuve la oportunidad de tratarlo y en verdad, siempre encontré en él una gran amistad y respeto dentro y fuera del terreno de juego. Todo un caballero que, luego de retirarse, administró una casa de deportes que llevaba su nombre (Uniformes Sotelo) aquí en la capital sonorense.

Vivió enfrente del “Fernando M. Ortiz”

Miguel vivió en Hermosillo a unos metros de distancia de lo que fue el estadio “Fernando M. Ortiz”.

Su estadía en ese hogar sería entre 1959 y 1966, ubicada por la avenida Morelia, casi esquina con lo que hoy es el Parque Popular Infantil donde antes estuvo “La Casa del Pueblo” y en estadio “Fernando M. Ortiz”… hasta 1972.

Rafael, resalta la figura de Sotelo:

“Miguel fue hombre bueno, honesto, moral, buen padre de familia y esposo; como tu sabes, con educación, preparación académica, muy social y generoso. Tuvo un gran corazón y el don de la amistad; siempre manifestó gestos de buena voluntad para todos”.

Dijo que fue su vecino ya que vivió durante algunos años a cien metros al oriente de su casa. “Todavía está la que fue su residencia, la que por cierto está deshabitada”.

Ahí cohabitó con su señora esposa, Leticia Campbell y sus hijos Jesús Santiago, Alán, Fernando y Lupita, todos radicados en Chihuahua.

Con Mexicali

Miguel Sotelo decidió a sus 20 años de edad incursionar en la pelota profesional con los Aguilas de Mexicali dirigidos ni más ni menos que por don Adolfo Luque, el inolvidable “Zorro Plateado”.

Al siguiente año, en 1954, lanzó para Hutchinson Kansas, sucursal de los Piratas de Pittsburgh y ahí tuvo de timón a George Genovese. (El 55, pasaría a la historia en la Arizona-México con el no hit no carrera que ya le cité).

En la famosa Costa del Pacífico tuvo también momentos grandes: con los Mochis en 1955-56 registró marca de 2-3, pero en la 57-58, la última de ese circuito, de nuevo cuenta estuvo a punto de conseguir otro sin hit ni carrera ante Hermosillo:

Ganaba 4-0 y sólo le faltaba un out para conseguir la gloria. Sin embargo, John Waters le pegó rola que se fue de hit entre tercera y short y ¡adiós doble cero!

En el 56 pertenecía a la organización de Pittsburgh, enviándolo a los Tigres del México (tuvo 3-2 y en el 57, 9-4), pero en el 58 el timón Chuck Genovese decidió mandarlo a Nuevo Laredo y ahí en el 58 con récord de 4-4 ayudaría a que los “Tecolotes” fueran campeones.

Ese equipo dirigido por el cubano José “Cheo” Ramos fue algo grande: Además de Sotelo tenía a Arturo Cacheux, Tony Dichochea (16 victorias); Juan Piedra (15), Máximo García (11), Romeo Cadena (7), Julio “Jiqui” Moreno, Procopio Herrera; a Ronnie y Moi Camacho, Rudy Sandoval, “El Zurdo” Escalante, Pablo Bernard, Baldemar Carmona, “Ronquito” García, Baró, Taborn…

Con los Naranjeros

Miguel Sotelo fue parte del equipo Hermosillo en la primera campaña de la naciente Liga Invernal de Sonora en 1958-59, logrando marca de 4-2 y un excelentísimo 1.41 en efectividad.

La siguiente campaña invernal no vio acción, pero mire usted lo que sucedió en el 60-61:

De golpe y porrazo se convirtió en el pitcher sensación por su enorme clase y calidad de su pitcheo: 17-3, 1.95 en CLA y 114K.

El récord de 18 triunfos

A la siguiente campaña, la del bicampeonato, siguió lanzando en forma por demás impresionante: 18-6, 1.63 de efectividad y subió su cifra de ponches a 145.

Sotelo % Espino

En esos dos banderines consecutivos, los Naranjeros tuvieron de estratega a Virgilio Arteaga y la poderosa ofensiva en un joven portento que comenzaba a trascender por su

En el primero de esos dos títulos, el debutante Espino capturó sus primeras coronas de bateo (.380) y la de jonrones (10), en tanto Sotelo fue el Jugador Más Valioso al ser líder en ganados y perdidos (17-3), victorias (17), juegos lanzados (23), completos (15) y ponches (114).

Y cuando lograron el doble título consecutivo, Sotelo impuso el récord vigente de 18 victorias, trece de ellos en forma seguida, los que unidos a los primeros tres de la siguiente campaña, ascendieron a 16. También fue el JMV y, por su parte, Espino volvió a ser campeón bat con .344.

Fueron aquellos gloriosos días Naranjeros donde también brillaron con Héctor Espino, Juan de Dios Villareal, Blas Arredondo, Mauro Contreras, Marco Antonio Manzo, Andres “Avestruz” Rodríguez, Jesús Bustamante, Eradio Burruel, Horacio Solano, Juan Suby, Blas Arredondo, Ramón “El Diablo” Montoya, entre otros grandes peloteros de esa época.

Otro sin hit

La historia aún le tenía reservado otro gran momento: el 8 de diciembre del 62 en el “Fernando M. Ortiz”, dejó en blanco y sin hit a los Mayos de Navojoa para una histórica victoria de 2-0.

Ese año tuvo récord de 13-10 y 3.47. Luego, en la 1963-64, logró 13-12 y 2.76, ayudando de nuevo a Hermosillo a obtener su tercera corona invernal en la que Leo Rodríguez fue el mánager.

Señor del pitcheo

Sotelo en esos días era un portento del pitcheo mexicano, caracterizándose por un excelentísimo control; era un gran trabajador en la loma, buscando siempre lanzar las nueve entradas.

Tuvo una recta muy buena, controlado, sin ir más allá de las 90 millas por hora, incluyendo un gran slider y curva. Con eso era suficiente para ganar juegos.

El gran Ronnie Camacho, recuerda: Tenía un slider que le zumbaba al llegar al jom y su recta era muy pesada, casi imbateable. Además, tuvo una virtud: no daba bases por bolas.

A Miguel había que sacarlo antes del tercer inning, si no, ahí lo tendrías todo el juego, como fue siempre su costumbre.

Aquellos días dominaba a Héctor Espino con sliders y a Bobby Prescott del Poza Rica, un poderoso bateador panameño, lo sacaba out fácilmente y siempre con hombres en las bases.

Los 24 triunfos

Su impresionante pitcheo también apantalló en el verano ya que en el 63 volvió a demostrar su grandeza con Puebla:

Con los Pericos trascendió con 24-8), 2.85 de PCL, (¡24 juegos completos!); 9 blanqueadas, 272 innings y 208 abanicados y por supuesto que con la poderosa combinación Ronnie & Moi Camacho, “El Dúo de la Destrucción”, Tony Castaño el timón y toda la capital poblana celebraron un gran banderín.

Fue la grandiosa temporada para Ronnie Camacho al conectar 39 jonrones para imponer nueva marca de la Liga Mexicana, la que al año siguiente la pulverizo Héctor Espino con 46

En se gran equipo también estuvieron Jorge Fitch, José “Zacatillo” Guerrero, Rodolfo “Rudy” Sandoval, Oscar Rodríguez, Eladio Urías, Pedro Cardenal, Angel “Cuco” Toledo, Alejandro “Cañitas” Moreno, Juan Suby, Dan Bankhead, Alfredo Mariscal, Julio “Jiqui” Moreno, Mauro Ruiz, Héctor Holguín, entre oros.

Habían pasado 38 años para que Puebla ganara un título luego de que en el 60 la franquicia llegó procedente de Nuevo Laredo.

En las siguientes dos campañas Sotelo logró 17-12 con 148K y 16-9 y 99 ponches. Esas tres temporadas fue lo mejor que hizo con Puebla. Luego de un 5-11 lanzó en el 67 con Reynosa donde tuvo 13-14 y 99K para decirle adiós al pitcheo activo en esa pelota veraniega.

Cuando Sotelo lanzaba, Ronnie…

Ronnie de nuevo hace viajar su memoria y nos dijo:

Una cosa muy curiosa nos pasaba: Cuando él lanzaba, ¡yo bateaba jonrón!

Enrique Montero Ponce director del periódico La Voz de Puebla, escribía: Hoy Ronnie dará jonrón; va a lanzar Sotelo”.

Eso se nos daba; fue algo por demás especial y veíamos cómo la gente acudía ese día al parque y… siempre salíamos todos con los brazos en alto, añadió el gran empalmense..

Finalmente, Ronnie Camacho, sensible y con emoción, expresó: Miguel, debo expresarte ahora que siempre te recordaré; te ganaste el corazón de Moi, Fitch, Sandoval, Zacatillo, quienes estábamos detrás de ti cuando lanzabas. Eras disciplina pura, honesto y un excelente padre de familia....

Ganaste muchos juegos para nosotros y yo pienso que allá en Puebla, la gente que te vio jugar te recordará como un “Perico” que voló muy alto, que nos enseñó a todos una férrea disciplina, una responsabilidad inigualable en el trabajo y una vida social a prueba de todo.....

Gracias Miguel, por darnos tantas satisfacciones...

Que Dios te tenga en su Santa Gloria....

Su despedida como pítcher

En el invierno (66-67) lanzó en lo que fue su octava y última temporada con los Naranjeros, logrando 5-9 y efectividad de 2.31.

Al siguiente año se fue a los Tomateros y ahí se retiró como lanzador activo culminando así una brillantísima trayectoria, de las mejores en la pelota mexicana.

Con Hermosillo acumuló 90-60, abanicó a 792 y terminó con una efectividad de 2.57, la décima mejor en la historia del circuito.

Cuando finalmente el 67 se retiró, sus números de por vida fueron: en el invierno, 130 ganados y 88 perdidos y 133-115 en la Liga Mexicana.

También fue mánager

Continuó como manejador de los equipos de Ciudad Obregón, Guaymas, Hermosillo, Reynosa, al cual hizo campeón en 1969; Tampico, Puebla, Monterrey, durante cuatro años, y finalmente Monclova.

Con los Broncos…

El colega Horacio Ibarra nos cuenta que fue inolvidable aquel 69 cuando por vez primera le dieron el mando de un equipo, Reynosa, y los llevó a conquistar el banderín.

“Otro caso que viene e nuestra memoria es el acontecido en la campaña de 1969, como manager de los Broncos de Reynosa. Sotelo y sus pupilos derrotaron a los Sultanes de Monterrey en la fase final de la temporada, en uno de los cierres más espectaculares de todos los tiempos, para llevarse el campeonato.

Posteriormente dirigió a los Alijadores de Tampico en 1971, un año más tarde comandó a los recién llegados Pericos de Puebla y a partir de 1973 tomó el mando de los Sultanes. El fue precisamente el primer manager sultán en llevarlos a postemporada.

Dirigió a los Sultanes hasta la campaña de 1976, retornando diez años después al convertirse en el primer manager contratado por Roberto Magdaleno, quien estaba recién desempacado como gerente del equipo.

Sotelo respondió a la confianza de la directiva sultán, ganando el título de la zona norte. Sin embargo, no pudo conquistar el gallardete absoluto al chocar contra los Angeles Negros de Puebla que tuvieron la ofensiva más poderosa del siglo XX en todas las Ligas Menores.

Con los Yaquis…

El Ing. Larios Velarde no olvida aquella campaña cuando Sotelo dirigió a los Yaquis en la temporada 1973-74:

“Fue el año del debut de Dave Winfield, pero Miguel fue sustituido a media temporada por Marte de Alejandro y existe la versión que la causa de su despido fue por diferencias con la legión negra, que alineaba esa temporada con el equipo local, como Derrel Thomas, Matt Alexander y John Scott, que a la postre resultaron subcampeones cuando perdieron la serie final en cuatro juegos contra Venados de Mazatlán y representaron a México en la Serie del Caribe, en sustitución de Venezuela .

En el 86 tuvo la oportunidad de conseguir otro galardón con Monterrey, pero perdió la gran final ante los Angeles Negros de Puebla.

Luego fue gerente de varios equipos, entre ellos el de Hermosillo. Este año estaba como buscador de talentos y era instructor de pitcheo con los Dorados de Chihuahua.

Sin embargo, el cáncer en los huesos fue minando su vida, hasta que finalmente a sus 74 años de edad se fue al viaje eterno.

En vida, Sotelo fue reconocido y homenajeado por su notable trayectoria: En 1985 fue entronizado en el Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México con sede en Monterrey.

Por toda esta notable trayectoria, con 38 temporadas en distintos circuitos, al igual que Rodolfo Larios, el famoso “Cara de hit” y excelente jugador, todos coinciden en que Sotelo forma parte importante en la historia de los 50 años Liga Mexicana del Pacifico.

“Ojalá a futuro los directivos instituyan los trofeos “Miguel Sotelo” y “Ronnie Camacho” al máximo ganador y jonrones de cada temporada como un tributo a estos dos grandes jugadores que son un ejemplo para las futuras